
Cuando hablamos de calidad de la energía, nos referimos a la estabilidad y limpieza con la que se suministra la electricidad: frecuencia, tensión y forma de onda. En instalaciones industriales, comerciales y hasta en edificios residenciales complejos, una mala calidad de suministro puede provocar fallos, pérdidas y sobrecostes.
Principales problemas:
- Armónicos: distorsiones en la forma de onda de la corriente provocadas por cargas no lineales (variadores, fuentes conmutadas, LED, etc.). Provocan sobrecalentamientos en transformadores, disparos de protecciones, fallos en equipos electrónicos y reducción del rendimiento energético.
- Caídas de tensión: descensos breves de la tensión nominal. Afectan gravemente a motores, luminarias y procesos industriales automatizados. Muy frecuentes durante arranques de cargas pesadas o por problemas en la red.
- Picos de tensión (transitorios): subidas súbitas de alta tensión. Pueden dañar equipos sensibles como PLCs, domótica o electrónica de precisión. A menudo provocados por maniobras de red o tormentas.
- Flicker (parpadeo): variaciones de tensión que se perciben visualmente en iluminación. Indicativo de una red débil o mal dimensionada.
Consecuencias:
- Pérdidas económicas por paradas o mantenimiento no programado.
- Menor vida útil de equipos.
- Baja eficiencia energética.
- Interferencias en comunicaciones y control.
¿Qué se puede hacer?
- Analizar la red con analizadores de calidad de suministro.
- Instalar filtros de armónicos, estabilizadores de tensión, SAIs o sistemas de compensación dinámica según el problema.
- Realizar mantenimientos eléctricos periódicos y redimensionar adecuadamente líneas y protecciones.
La calidad de la energía no es un lujo, sino una necesidad en cualquier instalación moderna.